Aunque aún quedan once jornadas en la apasionante carrera por LaLiga, al Atlético se le escapó en 15 minutos la opción de dar un golpe sobre la mesa. Sorloth colocaba líder a los del Cholo en el 75′, pero tras una amarilla a Correa convertida en roja por el VAR, encajarían dos goles en un abrir y cerrar de ojos que, quien sabe si pueden costarle caros en la lucha por el campeonato.
Mucho más que una derrota
Más allá del tropiezo en la pelea sin red con Real Madrid y Barcelona, el Atlético cae frente al Getafe por primera vez en 28 partidos con Simeone en el banquillo, en una muestra más de que no se trata de una derrota cualquiera. Por si no fuera suficiente, El Cholo pierde a Correa para recibir a los azulgranas y queda pendiente de ver cómo están De Paul y Lenglet para el euroderbi, pues el argentino tuvo que retirarse al descanso por un golpe y el francés sintió molestias en el calentamiento que le llevaron al banquillo.
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Un penalti para sacar las bufandas
¿Toca el balón en la mano de Alderete? Sí. ¿Se habría señalado en el fútbol previo al VAR? Probablemente no. ¿Es suficiente para pitar penalti? Quién sabe. De lo que no hay duda es que reavivará la guerra dialéctica desde unos bandos y otros, se “activará la maquinaria” y volverán los tuits. Dependerá de la bufanda con la que se analice para determinar si la decisión fue correcta.
David Soria gana el derbi por partida doble
Aunque lo importante eran los puntos en juego, lo cierto es que David Soria también se llevó el particular derbi por el Zamora que se jugaba ante Oblak. Cierto es que encajó y que aún no le sirve para ser el menos goleado, pero los dos tantos recibidos por el esloveno le dan cierta esperanza en la pelea por el trofeo.
El césped del Coliseum, al límite
Ni puede ser una excusa ni se trata de algo ilegal. Todo lo contrario, es lícito y normal que cada uno utilice sus armas como más le convenga, pues cualquier detalle cuenta. Y en el caso del Getafe trató de ‘igualar’ sus fuerzas con el Atlético optando por no cortar el césped y dejar la hierba lo más alto posible que permite el reglamento. Las consecuencias fueron obvias: costó rasear el balón y moverlo con rapidez y el juego se ralentizó. Es fútbol, papá.